Merideños Ilustres
Merideños Destacados
Mérida por su Historia y su ubicación geográfica, enclavada
en los Paramos Andinos hizo de ella una Ciudad Cosmopolita un lugar único Ciudad
de letras, Ciudad Universitaria por excelencia un sitio dónde se respira Aromas
Culturales Sabores literarios Científicos y Deportivos dónde la expresión Humana
va más allá y los Sueños se hacen realidad. No solo en las áreas antes mencionadas
sino en diferentes Campos como el Humanístico, Científico, Deportivo, Artesanal
y Cultural.
En este espacio haremos una Reseña Histórica Biográfica
de Merideños Importantes haciendo Homenaje y Resaltando los hechos más trascendentes
de cada uno de ellos tratando de Compilar en la línea de tiempo a cada uno según
su área sus aportes entre las Curiosidades que son un legado para la
Humanidad y son referencia para a Identidad Merideña.
Es necesario acotar que algunos de ellos son Merideños
por Excelencia aunque geográficamente no han nacido en Nuestro Estado se trasladaron
a ella y han hecho de Mérida su Ciudad Natal siendo Merideños de Alma Cuerpo y Corazón.
Don Tulio Frebres Cordero |
Personas Resaltantes
de Estado Mérida
Tulio Febres Cordero (1860-1938), Gonzalo Picón Febres
(1860-1918), Julio Cesar Salas (1870-1933), Pedro María Parra (1870-1945), Gerónimo Maldonado
(1786-1913), Julio Sardi (1880-1961), Caracciolo Parra Pérez (1888-1964),
Eduardo Picón Lares (1889-1960), Humberto Tejera (1890-1971), Roberto Picón
Lares (1891-1950), José Berti (1891-1960) Emilio Menotti Sposito (1891-1951),
Claudio Vivas (1891-1956), José Nucete Sardi (1897-1972), Rafael Rondón Márquez
(1898-1963), Alberto Adriani (1898-1963), José
Ignacio Lares Baralt, Héctor García Chuecos (1900-1973), Antonio Spinetti Dini
(1900-1941), Mariano Picon Salas (1901-1965), Jose Humberto Quintero, Don Jorge Calderón, Rafael
Pizani, Pedro Pineda León, Rafael Armando Rojas, Domingo Alberto Rangel, Julio
Enrique Mora, Isabel Ribas, Manuel Mujica Millan, Oswaldo Vigas, Juan Astorga
Anta, Maurice Hasson, Antonio José Uzcategui, Carlos Salas Salas, Luis
Zambrano, Edecio de Jesus Molina Duran, Juan Félix Sánchez, Román Delgado
Chalbaud, Richard Páez, Chuy Vera, Rubert Moran, Edwin Valero, Johan Santana, Stefania
Fernandez, Kaori Flores Yonekura, Adalberto Peñaranda, Diógenes Rivas, Gregori
Zambrano. Estos son solo algunos de los Merideños Destacados e Ilustres del
Estado Mérida es preciso señalar que haremos una entrada especial o Capitulo a
los Futbolistas Merideños que se están destacando en diversos Clubes en el Mundo
Entero. También tendremos a otros Destacados Merideños que por tener poca Información
sobre ellos acotaremos solo las cosas más resaltantes.
Esta especie se
distribuye en el norte de América del Sur, siendo endémica del oeste
de Venezuela, habitando en los páramos más elevados de
los Andes del estado de Mérida, restringiéndose a las sierras
de La Culata y Nevada, en la región central de la cordillera
de Mérida.
Además,
fueron exhumados restos en un yacimiento arqueológico ubicado a
una altitud de 4100 msnm.
Durante
décadas fue considerado sólo una subespecie del venado de cola blanca común (Odocoileus
virginianus ), es decir: Odocoileus virginianus lasiotis,
hasta que en el año 1999 fue elevado a especie plena.
Cabrera
había sinonimizado este taxón con Odocoileus goudotii, pues pensaba que no había aislamiento genético entre ambas, al
creer erróneamente que la cordillera de Mérida se trata de una
prolongación hacia el este y con alturas continuas, de la cordillera
oriental de Colombia. En realidad, las especies que habitan los páramos de
ambos cordones orográficos han vivido siempre separados, aun durante
los máximos glaciares, pues entre ambos ecosistemas de altura se interpone
la hondonada conocida como depresión tectónica del Táchira, compuesta por una serie de valles que
operan como un corredor, el que mide 60 km de ancho y 960 m de
altitud.
O.
lasiotis se
ha mantenido aislado de O. cariacou por al menos un mínimo de
unos 350 000 años, según se desprende de formulaciones de escenarios
paleobiogeográficos concordantes con datos genéticos, morfológicos,
arqueológicos y paleontológicos.(Fuente:https://es.wikipedia.org/wiki/Odocoileus_lasiotis)
Entremes Cultural
Cinco Aguilas Blancas volaban un día por el azul del
firmamento, cinco águilas enormes, cuyos cuerpos resplandecientes producían
sombras errantes sobre los cerros y montañas.
¿Venían del Norte? ¿Venían del Sur? La tradición indígena
solo dice que las cinco águilas blancas vinieron del cielo estrellado en una
época muy remota.
Eran aquellos los días de Caribay, el genio de los
bosques aromáticos, primera mujer entre los Indios Mirripuyes, habitantes del
Ande empinado.
Era hija del ardiente Zuhé y la pálida Chía; y remedaba
el canto de los pájaros, corría ligera sobre el césped como el agua cristalina
y jugaba como el viento con las flores y los árboles.
Caribay vio volar por el cielo las enormes águilas
blancas, cuyas plumas brillaban con la luz del sol como láminas de plata; y
quiso adornar so coraza con tan raro y espléndido plumaje. Corría sin descanso
tras las sombras errantes que las aves dibujaban en el suelo; salvó los
profundos valles; subió a un monte y a otro monte; llegó al fin, fatigada a la
cumbre solitaria de las montañas andinas. Las palmas lejanas e inmensas, se
divisaban por un lado, y por el otro, una escalada ciclópea, jaspeada de gris y
esmeralda, la escalada que forman los montes iba por la onda azul del
Coquivacoa.
Las águilas blancas se levantaron perpendicularmente
sobre aquella altura hasta perderse en el espacio. No se dibujaron más sus
sombras sobre la tierra.
Entonces Caribay paso de un risco a otro risco por las
escarpadas sierra, regando el suelo con sus lágrimas. Invocó a Zuhé, astro Rey,
y el viento se llevó sus voces. Las águilas se habían perdido de vista, y el
sol se hundía en el ocaso.
Aterida de frío, volvió sus ojos al Oriente, invocó a
Chía, la pálida luna, y al punto se de tuvo el viento para hacer silencio.
Brillaron las estrellas, y su vago resplandor en forma de semicírculo se dibujó
en el horizonte.
Caribay rompió el augusto silencio de los páramos con un
grito de admiración. La luna había aparecido, y en torno a ella volaban las
cinco águilas refulgentes y fantásticas.
Y en tanto que las águilas descendía majestuosamente, el
genio de los bosques aromáticos, la india mitológica de Los ande, moduló
dulcemente sobre la altura su selvático cantar.
Las misteriosas aves revoloteaban por encima d4e las
crestas desnudas de la cordillera, y se asentaron al fin, cada una sobre un
risco, clavando sus garras en la viva roca; y se quedaron inmóviles, silentes,
con las cabezas vueltas hacia el Norte, extendidas las gigantescas alas en actitud
de remontarse nuevamente al firmamento azul.
Caribay quería adornar su coraza con aquel plumaje raro y
espléndido, y corrió hacia ellas para arrancarle las codiciadas plumas, pero un
frío glaciar entumeció sus manos, las águilas estaban petrificadas, convertidas
en cinco masas enormes de hielo.
Caribay da un grito de espanto y huye despavorida. Las
águilas blancas eran un misterio pavoroso.
La luna se oscurece de pronto, golpea el huracán con
siniestro ruido los desnudos peñascos, y las águilas blancas despiertan.
Erizanse furiosas y, a medida que se sacuden sus
monstruosas alas, el suelo se cubre de copos de nieve y la montaña toda se
engalana con su plumaje blanco.
Este es el origen fabuloso de las Sierras Nevadas de
Mérida. Las cinco águilas blancas de la tradición indígena son los cinco
elevados riscos siempre cubiertos de nieve. Las grandes y tempestuosas nevadas
son el furioso despertar de4 las águilas, y el silbido del viento en esos días
de páramo es el remedo del canto triste y monótono de Caribay, el mito hermoso
de los Andes de Venezuela.
Tulio Febres Cordero